Fabiana Fedeli, CIO de renta variable, multiactivos y sostenibilidad de M&G Investments presenta la introducción titulada «Volagilidad»: Inversión ágil en tiempos volátiles
El valor de las inversiones fluctuará, lo cual provocará que el valor de las participaciones se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente. Además, siempre que se mencione, las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras. Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión y la información facilitada no debe considerarse una recomendación de compra o venta de ningún valor o título específico.
- La volatilidad del mercado en el tercer trimestre fue un recordatorio de que nada debería darse por sentado en los mercados, y cabe extraer lecciones de lo que hemos presenciado. Gran parte de lo acontecido no habría sorprendido si los participantes del mercado hubieran considerado el contexto actual, en lugar de consultar el manual de reglas bursátiles de consenso.
- Cuando el mercado cambia de rumbo, la diversificación de cartera, la flexibilidad y preparación del proceso y una profunda comprensión de nuestro universo de inversión se convierten en ingredientes esenciales.
- De cara a 2025, la renta fija de Estados Unidos tiene potencial de comenzar a destacarse de nuevo, en un entorno en que la Reserva Federal recorta sus tipos de interés como respuesta al deterioro de los datos macroeconómicos del país y al trasfondo de menor inflación. Tal escenario es probable, pero en absoluto seguro. No sería la primera vez que la economía estadounidense ha desafiado los pronósticos.
- Un mercado en el que las condiciones macroeconómicas permanecen sólidas y el precio del dinero disminuye respaldaría a la renta variable.
Lecciones aprendidas de la reciente volatilidad
Por si acaso lo necesitábamos, en el tercer trimestre de 2024 recibimos un recordatorio de que nada debería darse por sentado en los mercados: deterioro de los datos de actividad y de empleo en Estados Unidos durante el verano, dos intentos de asesinato de un candidato presidencial, un cambio de última hora de candidato del Partido Demócrata, una subida del tipo de intervención de 25 puntos básicos (pb) por parte del Banco de Japón (BdJ) que señaló claramente un cambio de rumbo desde su postura ultraexpansiva, y recortes de tipos de los tres principales bancos centrales del universo desarrollado, incluido uno muy discutido de 50 pb de la Fed.
Para cerrar el trimestre, China sorprendió con un conjunto de medidas de estímulo coordinadas que recordaron al compromiso de «lo que haga falta» pronunciado por Mario Draghi durante la eurocrisis de 2012 cuando presidía el Banco Central Europeo. En el momento de redactarse el presente artículo, además, el conflicto en Oriente Próximo se ha intensificado de manera significativa.
Los mercados han respondido con un aumento considerable de la volatilidad. La renta variable japonesa sufrió su mayor retroceso de tres días de su historia. El breve pico de volatilidad subsiguiente tan solo ha sido superado por otros dos episodios en los últimos 50 años: el desplome bursátil de 1987 y la quiebra de Lehman Brothers en 2008. La fortísima caída fue precedida de un recorte efectivo de 15 pb que el BdJ había anunciado de manera bastante consistente desde diciembre de 2022, y el episodio se corrigió casi con tanta rapidez como el descenso inicial. A fin de agosto, las acciones niponas se habían resarcido de la mayor parte de sus pérdidas en divisa local, y cerraron el mes al alza en dólares.
Por lo demás, durante la fase de volatilidad de julio/agosto, los mercados de renta fija protagonizaron un periodo de rentabilidad superior a la de la renta variable, y la correlación entre ambas clases de activos volvió a ser claramente negativa. Las acciones experimentaron un revés de la mano del sector tecnológico, pese a una temporada de publicación de resultados relativamente sólida.
La respuesta del mercado a los acontecimientos geopolíticos y las cifras macroeconómicas estuvo lejos de ser lógica, o predecible en base a «verdades» bursátiles generalmente aceptadas. En Estados Unidos vimos una reacción contraintuitiva al recorte de tipos de 50 pb implementado por la Fed: el extremo a corto plazo de la curva de tipos apenas se movió, y tras el anuncio, los treasuries a largo plazo perdieron terreno. En renta variable, el segmento value superó al growth, pese al hecho de que las rentabilidades al vencimiento (TIR) de la deuda cayeran de manera considerable.
Pueden extraerse lecciones de lo acontecido. La primera es apreciar que, aunque la historia puede rimar, no necesariamente se repite con las mismas condiciones. Ninguna de las reacciones anteriores habría sorprendido si, en lugar de consultar el manual de creencias bursátiles habituales, los participantes del mercado hubieran considerado el contexto actual.
El retroceso de las tecnológicas se produjo tras una fuerte racha, pues los inversores comenzaron a cuestionar la rentabilidad de inversión (ROI) de todo el gasto en infraestructura relacionada con la IA. A continuación empezaron a surgir temores de recesión, lo cual dejó un margen de error muy pequeño para los grupos tecnológicos de cara a la temporada de publicación de cifras de beneficio del tercer trimestre. La preocupación del mercado en torno a las rentabilidades futuras se impuso al impacto positivo predefinido del descenso de los tipos de interés sobre las acciones de duración elevada. De hecho, el aumento de las expectativas de recortes de tipos obedeció a los mismos temores de recesión.
Al mismo tiempo, la respuesta apagada al recorte de 50 pb de la Fed se debió a que las cotizaciones de los bonos ya se habían adelantado a la entidad con fuertes descensos de TIR antes de tomarse la decisión.
La segunda lección es que siembre deberíamos invertir sabiendo que no estamos en posesión de la verdad absoluta, y que tarde o temprano nos veremos sorprendidos por los acontecimientos o por la respuesta del mercado a los mismos. Por consiguiente, deberíamos posicionar nuestras carteras de la mejor forma para lidiar con circunstancias y desarrollos inesperados. Cuando el mercado cambia de rumbo, la diversificación de cartera, la flexibilidad y preparación del proceso y una profunda comprensión de nuestro universo de inversión se convierten en ingredientes esenciales.
Como inversores, nuestro objetivo no es emitir pronósticos económicos precisos, sino utilizar nuestros conocimientos, perspectiva y experiencia para evaluar cuándo los participantes del mercado han llevado a extremos sus temores macroeconómicos y en torno a fundamentales corporativos, y las valoraciones se han desviado de manera significativa respecto al escenario probable de desenlaces futuros.
A menudo, durante fases de incertidumbre, los inversores pecan de cortoplacismo, respondiendo a cualquier nueva cifra y extrapolando su impacto. Esto da pie a oportunidades atractivas para aquellos inversores dispuestos a mirar más allá de la volatilidad a corto plazo. Tal como nos recuerda nuestro equipo multiactivos, y como pudimos ver durante el verano, la volatilidad puede ser alarmante, pero también una importante fuente de oportunidades y rentabilidad.
De cara al futuro
En nuestro último informe de Perspectivas trimestrales de renta variable y multiactivos, publicado a mediados de julio, nuestra preferencia pasó de las acciones (tras largo tiempo como nuestra clase de activos favorita) a la renta fija. Este giro en el binomio riesgo/rentabilidad se vio impulsado sobre todo por Estados Unidos tras la fortaleza mostrada por su mercado de renta variable, y debido al modesto deterioro de los datos domésticos y a la mayor probabilidad de recortes de tipos.
Desde entonces, los mercados de deuda estadounidenses han subido con fuerza, descontando descensos significativos de las TIR de cara a la decisión de la Fed sobre el precio del dinero de septiembre. Esto quedó claro con la respuesta apagada de la curva de tipos estadounidense ante el recorte de 50 pb, tras el cual las TIR han vuelto a enfilar una trayectoria ascendente.
PULL QUOTE: Nos hallamos en un punto en que el mercado está pronosticando un rumbo claro cuando no existe ni claridad en los datos ni visibilidad de cara al futuro.
En la recta final del año cabe esperar un descenso de las TIR, como mínimo en Estados Unidos, la Europa continental y posiblemente el Reino Unido, pero las expectativas contrarias sobre presiones inflacionarias, política fiscal y la salud de la economía global podrían dificultar el camino. Nos hallamos en un punto en que el mercado está pronosticando un rumbo claro cuando no existe ni claridad en los datos ni visibilidad de cara al futuro. Pero sobre todo, los giros en las expectativas de recortes de tipos añadirán seguramente mucha más volatilidad intermitente a la renta fija que a la renta variable. Por este motivo, en nuestras carteras multiactivos hemos adoptado una postura más neutra en deuda respecto a las acciones de cara al resto del año.
En renta fija, hemos reducido un tanto la posición en treasuries estadounidenses y ampliado las de crédito y gilts británicos, que no habían experimentado un reajuste tan pronunciado. También nos siguen gustando los bonos sudafricanos, que han mostrado una buena evolución pero todavía presentan recorrido al alza de la mano de recortes del precio del dinero. Hemos mantenido la exposición al extremo largo de la curva de tipos de los bonos soberanos de Estados Unidos, que fue escenario de caídas de cotización tras anunciarse el recorte de la Fed. Este tramo de la curva también debería servir de «seguro» si el entorno macroeconómico se deteriora de manera significativa. El actual entorno de mercado es favorable para la asignación táctica de activos, respondiendo a altibajos del mercado a corto plazo en base a expectativas excesivas en una u otra dirección.
De cara a 2025, la renta fija de EE. UU. tiene potencial de comenzar a destacarse de nuevo y recuperar sus cualidades de diversificación, en un entorno en que la Reserva Federal recorta sus tipos de interés como respuesta al deterioro de los datos macroeconómicos del país y al trasfondo de menor inflación. Tal escenario es probable, pero en absoluto seguro. No sería la primera vez que la economía estadounidense ha desafiado los pronósticos. Un mercado en el que las condiciones macroeconómicas permanecen sólidas y el precio del dinero disminuye respaldaría a la renta variable.
Incluso cuando los mercados de renta fija superaron al conjunto de la renta variable en verano, pudimos ver que ciertos nichos de acciones fueron capaces de generar rentabilidades muy superiores a las de la deuda. Segmentos de renta variable que nos gustan son los que se han visto afectados por los mayores tipos de interés, como por ejemplo la infraestructura. Es cierto que ciertas áreas ya han comenzado a repuntar de manera significativa (el suministro público es un ejemplo), pero todavía existen oportunidades en áreas olvidadas, como las renovables. Aplicar un enfoque selectivo sigue siendo importante: algunas de estas acciones podrían verse afectadas por cuestiones más allá de los tipos de interés, como excesos de oferta o balances permanentemente debilitados.
Otra área a destacar es el sector industrial. A comienzos del cuarto trimestre, creemos que no tardaremos en dejar atrás la reducción de existencias, tal como sugieren muchas de nuestras reuniones con proveedores de equipamiento de automatización y fabricantes de camiones a nivel global. Pase lo que pase con la demanda subyacente a partir de ahora, la situación no se verá exacerbada por la reducción de stocks, y vemos oportunidades en muchas acciones castigadas con ciclos más cortos.
Las acciones tecnológicas y de inteligencia artificial (IA) merecen asimismo mencionarse. No sería la primera vez en los últimos 20 años en que retrocesos bursátiles significativos relacionados con la tecnología se han convertido en oportunidades de compra para los inversores.
Está claro que no todas las acciones tecnológicas son iguales, pero las tendencias de crecimiento y rentabilidad siguen siendo duraderas para los exponentes del sector. Además, creemos que el tema de la IA es en su mayor parte ajeno a la coyuntura macroeconómica, ya que los hiperescaladores tienen cientos de miles de millones de dólares de tesorería y la capacidad de invertir a través de los ciclos económicos. En nuestra opinión, haría falta una recesión grave para obligar a estos gigantes a ajustar sus planes. Nuestro equipo de inversión temática global ve el crecimiento de la IA no como algo opcional, sino existencial en varios sentidos.
Aunque la dispersión de las valoraciones en la bolsa estadounidense es tal que todavía podemos encontrar oportunidades domésticas atractivas, a nivel regional vemos empresas con valoraciones más razonables en otros mercados, como por ejemplo el Reino Unido, Japón y (en el universo emergente) Brasil.
Tampoco hay que olvidar a China tras una racha tan sólida. Este mercado se ha disparado gracias al estímulo coordinado de las autoridades del país: al escribir estas líneas, el índice MSCI China había subido un 53% desde su mínimo de 2024. No sorprendería que el mercado se tomara una pausa a corto plazo, y para que sus ganancias sean sostenidas, deberíamos ver señales claras de que las medidas de estímulo de Pekín han tenido efecto en la demanda y la actividad económica. Más de cara al futuro, no obstante, la renta variable china todavía cotiza en valoraciones inferiores a su media a largo plazo, y sobre todo, seguimos encontrando acciones baratas de empresas que generan altos niveles de liquidez, que reparten a sus accionistas en forma de mayores dividendos y operaciones de autocartera.
Es probable que la volatilidad de mercado persista debido a las próximas elecciones estadounidenses y a la intensificación del conflicto en Oriente Próximo. La imposición de mayores aranceles a la importación en Estados Unidos y cuellos de botella en el suministro de petróleo de ámbito geopolítico podrían repercutir en las cifras de inflación futuras, y con ello quizá no dar marcha atrás, pero como mínimo sí retrasar los calendarios de recortes de tipos de los bancos centrales. Los datos de actividad y empleo en Estados Unidos han comenzado a deteriorarse, pero no de manera lineal: las cifras más recientes han mejorado. De momento, una recesión no se perfila como un desarrollo inminente. No obstante, hemos aprendido que los datos de trabajo pueden cambiar con gran rapidez, y habiendo comenzado con un recorte de tipos de 50 pb, la Fed debe haber divisado riesgos en el horizonte.
Japón también podría volver a ser escenario de volatilidad, con la elección inesperada a finales del trimestre del antiguo ministro de defensa y de agricultura, Shigeru Ishiba, como próximo primer ministro del país.
Seguimos listos para sacar partido a cualquier anomalía de precio que coloque a las valoraciones por debajo de lo que justifica el panorama a largo plazo. La volatilidad de los mercados puede ser inquietante y emocionalmente agotadora, pero con una construcción de cartera cuidadosa y un análisis fundamental disciplinado, estos episodios pueden crear oportunidades atractivas para inversores con horizontes a largo plazo.