Ya han transcurrido casi tres meses desde que comenzó la crisis de la COVID-19. En este tiempo, el mercado de renta fija ha vivido numerosos episodios que han recordado a pasadas crisis: la financiera de 2008, la soberana de 2012 o la del petróleo en 2016… Sin embargo, las inyecciones monetarias de los bancos centrales han servido en este caso para estabilizar el sistema bancario, evitando así un crac financiero y mostrando varias oportunidades en renta fija.
Actualmente, casi todos los activos de renta fija presentan pérdidas desde el comienzo de la crisis, aunque las curvas soberanas core han actuado como activo refugio en estos meses. En este sentido, el castigo más intenso se ha producido en deuda privada, donde el investment grade llegó a caer un 8% en la zona euro y el high yield sufrió caídas superiores al 15%, con un incremento de las tasas de insolvencia.
Estos factores han provocado efectos de segunda y tercera ronda en el mundo corporativo, sobre todo en las compañías más vulnerables y con más dependencia de los ciclos económicos. Las agencias de rating tuvieron una reacción sin precedentes y provocaron una oleada de revisiones a la baja en las calificaciones crediticias de las compañías. Así, la mayor parte de los activos corporativos de la zona euro pasaron a tener un rating BBB y un mayor riesgo de caer en el segmento de high yield, lo que ha agravado aún más el castigo.
Como respuesta, las compañías han comenzado a aplicar todo tipo de medidas enfocadas a proteger su balance: recorte de dividendos, reducción de gastos en capital, uso de líneas de crédito… En este sentido, abril cerró como el mes con mayor volumen de emisiones corporativas de la historia. La necesidad de obtener liquidez por parte de muchas compañías les ha obligado a ofrecer altas primas de emisión, lo que se ha traducido en un incremento del coste de financiación. Este factor ha afectado en mayor medida a las compañías con peor calificación, que se han visto obligadas a acudir al mercado primario.
¿Qué oportunidades identificamos desde Imantia?
En este entorno, a pesar de las pronunciadas caídas de mercado, han surgido oportunidades en renta fija que no se habían visto en muchos años. Los episodios de pánico han provocado distorsiones en las cotizaciones y las curvas de emisores de valores cíclicos y pertenecientes al high yield. Por ello, nuestro fondo Imantia Renta Fija Flexible, que invierte en crédito corporativo y financiero, ha seguidos varios caminos:
- Elevar la liquidez como medida de protección.
- Aprovechar las oportunidades en plazos cortos ante vendedores forzados.
- Aprovechar las altas primas de emisión en el mercado primario de compañías de alta calidad (con una calificación superior a BBB+) y de sectores defensivos, reforzando este apartado de la cartera en términos de solvencia.
La actuación de los bancos centrales, juntos a los avances en la apertura de las economías, nos hacen descartar en este momento la posibilidad de volver a la zona de mínimos, pensando que lo peor en el mercado de renta fija ya ha pasado. Así, los rendimientos a futuro del fondo son asimétricos: no llegaría a mínimos anuales en caso de una segunda oleada, y podría mostrar recuperaciones cercanas al 4% si la situación mejora gracias a la aparición de tratamientos o vacunas.