M&G Articulo. Invertir por el bien de todos: en busca de impacto «real»

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EXCLUSIVAMENTE PARA INVERSORES PROFESIONALES

Ben Constable-Maxwell, Director de inversión sostenible y de impacto en M&G Investments

 

Por favor consulte el glosario para una explicación de los términos de inversión que aparezcan en este artículo.

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Una búsqueda rápida en Google de «impact investing» (inversión de impacto) arroja más de 300 millones de resultados. Muy pocos de ellos serán relevantes, por supuesto, pero esto muestra que no faltan las opciones si uno desea invertir en busca de rentabilidad y de objetivos adicionales.

Sin embargo, la proliferación de productos presenta un problema. Con tantos entre los que elegir, ¿cómo podemos seleccionar el más adecuado? No obstante, antes de ello existe otro reto a superar: ¿Cómo podemos distinguir entre los fondos de impacto genuinos y los que sencillamente se presentan como tales?

En mi opinión, cuando uno desea tener impacto real con sus inversiones puede buscar varias cualidades clave.

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Evaluar las intenciones

Un buen modo de empezar es analizar los objetivos de los fondos. Un fondo de impacto auténtico debería tener sus metas no financieras codificadas en su ADN. En lugar de ser una reflexión tardía o una consideración secundaria, los objetivos relacionados con el impacto deberían, como mínimo, tener la misma importancia que los financieros.

Por supuesto, la concentración en el logro de impacto debería verse reflejada en aquello en lo que invierte el fondo. Por lo que respecta a enfoques que invierten en acciones cotizadas, el impacto para los inversores en el fondo dependerá del impacto aportado por las compañías en cartera.

Para seleccionar acciones con impacto, los gestores podrían tratar de medir hasta qué punto las empresas se proponen de forma explícita abordar problemas societarios y medioambientales. Su impacto debería ser intencional, no accidental, y verse reflejado en acciones y no meras palabras.

 

Considerar el proceso

Como en cualquier estrategia de inversión, debería existir un marco sólido y repetible para evaluar de forma consistente los argumentos a favor de inversiones potenciales. Al invertir en renta variable con impacto, esto implica varios pasos.

Un aspecto importante es que no basta con excluir sencillamente ciertos sectores perjudiciales, como el tabaco, o empresas cuyos procesos tienen bajas puntuaciones en medidas no financieras, como la polución o la corrupción. Estas “preselecciones” suelen ser útiles, pero yo creo que son meramente un primer paso.

Los inversores de impacto deberían identificar y medir explícitamente el impacto positivo que proporciona una compañía. Una forma de hacerlo es cotejarlo frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por Naciones Unidas, una codificación universalmente reconocida de los desafíos más apremiantes a los que se enfrentan el ser humano y el planeta, desde la reducción de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático.

Podemos comparar las actividades de una compañía con un Objetivo primario y cualquier Objetivo secundario relevante, y cuantificar su contribución hacia su logro. Creo que no solo deberíamos considerar el avance realizado por las empresas en el marco de los ODS a través de sus productos y servicios, sino también el modo en que permiten a otras empresas tener un impacto positivo.

Así, combinando la tesis de inversión de impacto con la de inversión financiera, las gestoras pueden seleccionar compañías con potencial de generar crecimiento rentable e impacto positivo.

 

Concentrarse en el resultado

Evaluar el impacto de sus inversiones es un principio clave de la inversión de impacto. Creo que los inversores deberían esperar de las gestoras de fondos de impacto que midan e informen sobre el impacto que se ha conseguido.

Dicho esto, medir el impacto de la inversión en renta variable no es una ciencia exacta, y existen varios enfoques diferenciados. Algunos intentan destilar el impacto que puede tener cada suma de 10.000 euros invertida en un fondo, como por ejemplo litros de agua ahorrados o incluso vidas salvadas. En mi opinión, aquí se corre peligro de simplificación excesiva o de conjeturación en las estimaciones.

A no ser que uno invierta de cara al logro de un objetivo de impacto específico, como la disminución de las emisiones de dióxido de carbono, ¿tiene realmente sentido agregar los impactos de las empresas a nivel de cartera? Yo creo que hacerlo es irrelevante en el mejor de los casos, y engañoso en el peor de ellos.

A mi juicio es más útil concentrarse en el impacto de cada compañía específica, evaluando cómo su desempeño está alineado con el ODS más relevante, así como la madurez del negocio. Estableciendo indicadores clave de desempeño pertinentes a la hora de determinar el impacto de esa compañía en el marco de ese ODS, podemos evaluar si realizamos una contribución positiva a través de nuestra inversión.

Con independencia del modo en que las gestoras midan el impacto, la transparencia hacia los inversores es crucial. Compartiendo con ellos lo que consideramos impacto —y desarrollando continuamente el modo en que lo medimos— podemos distinguir de forma más clara entre la inversión de impacto «real» y el mero ecopostureo o «marketing verde».

 


El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Descubre más sobre el producto de Impacto Positivo de M&G aquí.

Esta información no constituye una oferta ni un ofrecimiento para la adquisición de acciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L‑2449, Luxembourg.

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