En su objetivo de alcanzar la estabilidad de precios en los activos de renta fija, durante los últimos cinco años el Banco Central Europeo ha llevado a cabo un proceso de aplicación de políticas monetarias expansivas, tanto convencionales (bajadas de tipos de interés oficiales) como no convencionales (programa de compra de activos). Así quería mantener las condiciones financieras lo más laxas posibles, como mecanismo de canalización monetaria desde el sistema financiero hacia la economía real.
El mantenimiento de unas condiciones financieras tan flexibles, entre otros efectos, ha permitido una aceleración en el proceso de desintermediación financiera y un crecimiento exponencial en el mercado de deuda privada en euros, asemejándose de esta forma a un modelo norteamericano donde los mercados de capitales están más desarrollados.
Se entiende por desintermediación financiera el proceso por el cual los agentes económicos intercambian flujos financieros sin que aparezca la figura de entidad bancaria en dicho intercambio. Dicho de otra forma, las compañías llevan años diversificando sus fuentes de financiación, teniendo menos peso en sus balances la financiación puramente bancaria (créditos y préstamos) y adquiriendo mayor importancia la financiación vía bonos y pagarés debido al mayor acceso al mercado. La consecuencia de esto ha sido un notable desarrollo del mercado de bonos de deuda corporativa en Euros, que ha pasado de tener un tamaño de 340.000 millones en 2007 hasta los 1.300.000 millones actuales en el segmento de grado de inversión.
En clave doméstica, España no ha sido ajeno a este fenómeno. Siguiendo el ejemplo de países como Noruega, Alemania, Francia o Italia, en 2013 se inauguró el MARF (mercado alternativo de renta fija), con el objetivo de:
- Facilitar acceso a los mercados de capitales, mediante la emisión de títulos de renta fija, a compañías de mediana dimensión (que hasta entonces prácticamente toda su financiación era bancaria)
- Dar una solución a los inversores institucionales en términos de diversificación y de nuevas fuentes de rentabilidad. Desde entonces, 65 compañías de tamaño mediano pertenecientes a 12 sectores diferentes han participado en el MARF a través de la emisión de bonos y pagarés.
Desde Imantia hemos identificado, desde el momento en que el MARF comenzó a desarrollarse, la oportunidad para diversificar la cartera del fondo Imantia Duración 0-2, en la que cobra mucho sentido dedicar una parte de las inversiones a esta tipología de activos.
Concretamente dedicamos un 15% de la cartera a invertir en pagarés corporativos en vencimientos inferiores a 18 meses. Aplicando filtros de liquidez, criterios de diversificación por nombre y tras un riguroso proceso de análisis fundamental, en el que se estudia el perfil de negocio y se analiza detalladamente las métricas de crédito y la solvencia de la compañía, se obtiene un rating de crédito interno y se decide si el emisor es apto para entrar en cartera. La decisión última en cuanto a la incorporación de la emisión a la cartera dependerá de si mejora la ratio de rentabilidad/riesgo del fondo.
Artículo publicado por IMANTIA CAPITAL.
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