Los híbridos corporativos son instrumentos de deuda emitidos por compañías y guardan bastantes similitudes con un activo de renta fija. De hecho, se consideran bonos. Si bien, mantienen ciertas características parecidas a la renta variable (las agencias de rating los consideran como un 50% de capital).

Al igual que un bono senior, un híbrido corporativo tiene cupones predeterminados y emitidos con vencimientos muy largos o a perpetuidad. Así, mantienen un calendario con fechas de amortización anticipada. Las principales diferencias con un bono estándar residen en la posibilidad de diferir ese cupón en el tiempo sin considerarse evento de crédito o impago. Además, ante la quiebra y liquidación de una compañía, los tenedores de estos instrumentos se encuentran subordinados frente a un bonista senior.

 

Por lo tanto, ¿qué le lleva a una compañía a emitir un híbrido corporativo?

La protección de balance y del rating de su deuda senior. Y es que, al incluir en el pasivo deuda con mayor subordinación se protege al acreedor senior. A diferencia de las acciones, la emisión de un híbrido corporativo no conlleva derechos de voto, ni reparto de dividendos y no diluye al accionista. Además, desde el punto de vista del coste, éste es inferior al coste del capital.

En los últimos 10 años, el mercado europeo de híbridos corporativos ha experimentado un desarrollo importante. Ha pasado de un volumen en torno a 20 mil millones en 2010, a cerca de 160 mil millones actualmente. Los sectores con mayor peso en este mercado son: utilities (30%), telecoms (20%) petróleo y gas (15%) y autos (10%). Hay dos factores detrás del crecimiento del universo de híbridos corporativos:

  • La búsqueda de rentabilidad por parte de los inversores: Los niveles de emisión de este activo se encuentran en 250-300 puntos básicos por encima de la deuda senior.
  • La necesidad de las compañías de fortalecer su perfil crediticio a menor coste que el capital y sin dilución.

¿Y qué hay de los riesgos?

Desde el punto de vista de los riesgos conviene hacer algunas consideraciones. Al comentado riesgo de subordinación y de diferimiento de cupones, hay que añadir el riesgo de extensión. Es decir, que el emisor no recompre el bono en la primera fecha de amortización, lo que a su vez puede implicar la pérdida de la computabilidad en capital. Estas complejidades estructurales derivan en un producto de alto riesgo, volátil y aún sin suficiente historia y profundidad de mercado. Por lo tanto, no es apto para todos los inversores.

Actualmente, contamos con un 7% de peso en este tipo de activos en el fondo Imantia Renta Fija Flexible. Preferimos apostar por compañías sistémicas y con un perfil crediticio muy solvente, donde el binomio rentabilidad/riesgo en sus híbridos corporativos sale a favor. De esta forma estamos expuestos a compañías como EDF, Iberdrola, Volkswagen o Repsol, con fecha de amortización no superior a 5 años, y en diferenciales de 300 puntos básicos por encima de su curva de deuda senior.

 

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