¿Es una rentabilidad de un 5% en un año una buena o una mala rentabilidad? Dejando a un lado en esta ocasión el capital, elemento de que dependerá de los objetivos, perfil y circunstancias de cada inversor, sí se podría afirmar lo siguiente: En un escenario de tipos de interés a corto plazo altos, como los que se llegaron a ver hace ya muchos años de digamos más de un 5%, una inflación alta y un entorno de expansión económica y de beneficios empresariales sólidos, la respuesta podría ser que quizás no demasiado buena.
Por el contrario, en un escenario de tipos a corto oficiales (lo que se denomina la “tasa libre de riesgo” y que equivale a lo que paga el Banco Central Europeo o la Reserva Federal Norteamericana) de entre el 0% al 0,5% podríamos argumentar que quizás demasiado buena. El lector se preguntará cómo puede ser demasiado buena. La respuesta es que ello supone multiplicar por muchas veces la tasa libre de riesgo luego sin lugar a dudas, para haber obtenido dicha plusvalía, se habrá incurrido en la toma de importantes dosis de riesgo. Si el inversor es plenamente consciente de ello y está dispuesto a asumirlo ningún problema pero si este no es el caso (como sucede en muchas ocasiones dado el mayoritario perfil conservador del ahorrador español) las decepciones y los llantos pueden estar esperándole a la vuelta de la esquina.
Actualmente, nos encontramos precisamente en este segundo escenario. Además, al mismo tiempo resulta que nos encontramos inmersos dentro de un gran proceso de reestructuración de la economía. En este entorno, el crecimiento económico se mueve entre la contracción y la anémica expansión, los crecimientos de los beneficios empresariales reales, es decir, los generados por vender más y mejor, tampoco están. No puedo dejar de insistirles que la evolución de ventas, beneficios operativos y recorte de dividendos de los últimos trimestres son consistentes con una recesión económica, incluyendo en los Estados Unidos. No parece el mejor entorno para la toma de riesgos por mucho que una política monetaria sin precedentes haya podido influir hasta ahora en tapar la evidente dislocación que se ha producido entre desempeño de la actividad económica (y de los beneficios empresariales) y precios de los activos de riesgo.
El gráfico que les proporcionamos en esta ocasión ilustra muy bien de lo que estamos hablando. Proporciona la rentabilidad media, medida por los índices Lipper de referencia, de todos los fondos que invierten en activos monetarios (renta fija a muy corto plazo como letras del tesoro, pagarés de empresa, etc.), en bonos en euros a corto plazo y en estrategias que buscan con flexibilidad, pero reducida y controlada toma de riesgos, proporcionar una rentabilidad anual moderada positiva todos los años (fondos de rentabilidad absoluta de bajo riesgo en euros). Las tres opciones serían en principio indicadas para esa gran mayoría de inversores conservadores que tienen como uno de sus objetivos principales preservar su patrimonio. Por término medio el conjunto de las tres apenas supera el 1% a doce meses. Veamos ahora brevemente de forma individual la “historia” detrás de cada una de ellas.
Los activos monetarios “puros” si son de primera calidad crediticia (letras del tesoro de países de la máxima solvencia, pagarés de empresas reconocidas como muy solventes por las agencias de rating) no sufren apenas ninguna volatilidad pero su rentabilidad anual actual, asociada a las tasas libres de riesgo, es cercana a cero. Esta es la rentabilidad que han obtenido aquellos fondos que han buscado la máxima seguridad y solvencia en sus inversiones. Sin embargo, la rentabilidad media ha sido del 0,7% pero los lectores que se fijen también podrán observar como en el pasado junio sufrieron en su conjunto una ligera pero apreciable minusvalía temporal. Ello se debe en buena medida a que una parte de los fondos en la categoría invierten en peor calidad crediticia y/o van al máximo de duración, es decir toman más riesgo.
Los fondos de rentabilidad absoluta de bajo riesgo toman pequeños y variados riesgos como diminutas posiciones en bolsa, crédito, divisas, etc. buscando obtener un buen equilibrio. En doce meses acumulan un 1,14% pero es que en poco más de ese mes, justo antes del verano, pasaron de un 2% a un 0,50%, una pérdida temporal de nada menos que un 1,50%.
Por último, los fondos de renta fija en euros a corto plazo destacan con un 2,60% a un año. Sin embargo, el análisis del interior de los mismos pone de manifiesto que los bonos corporativos predominan, cada vez con una menor calidad crediticia, por lo que cualquier aumento de diferenciales puede producir importantes daños en sus valoraciones. En los fondos de domicilio español también se observa la proliferación de deuda pública española que lleva volando más de un año pero que, en nuestra opinión y la de algunos de los mejores gestores de renta fija del mundo, en estos momentos no parece la opción más atractiva. En junio estos fondos también se dejaron un 1%. ¿Servirá de aviso para que algunos inversores ajusten sus expectativas a la realidad que vivimos?
Bajo riesgo y comisiones
- El pago de comisiones de todo tipo a la hora de invertir (explícitas, implícitas u ocultas) debe tratar de minimizarse en toda circunstancia ya que reduce la rentabilidad final de nuestro dinero.
- Desgraciadamente, en no pocas ocasiones, dado el bajo nivel de cultura financiera media del inversor y la falta de transparencia de la industria, para obtener resultados en esta área hay que tener conocimientos.
- Además, en un entorno de tipos de interés históricamente bajos como el actual, este elemento cobra una especial importancia para maximizar los rendimientos.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI
Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Acceda al artículo de Cinco Días en el siguiente enlace: Expectativas de rentabilidad realistas para los fondos