En tiempos de crisis uno de los refugios clásicos suele ser el oro. El metal dorado lleva una trayectoria impresionante en los últimos 3 años y ha logrado escalar en este periodo desde niveles de 800 hasta los 1.900 dólares. No son pocos los que hablan de burbuja aunque también los hay que todavía ven margen de apreciación hasta los 2.200 dólares. Es cierto que la trayectoria en 2011 está siendo más irregular que en los 2 años precedentes y el miedo al deterioro en cuanto al crecimiento mundial y sobre todo chino ha provocado que inversores institucionales hayan empezado a replantearse su estrategia y soltar lastre para buscar otras alternativas.
Nadie puede pronosticar con certeza hasta dónde el oro puede llegar o no y el inversor que tiene una apuesta hecha a estas alturas tiene que tener claro que el camino será vulnerable y con alguna que otra recaída aunque por ahora limitada en su fuerza mientras en Europa no se solucionan los problemas. A estos niveles la incertidumbre y el miedo son la mayor fuerza que puede empujar el precio hacia nuevos records. En cambio, malos datos en cuanto al crecimiento pueden provocar recaídas puntuales. Somos de la opinión que mientras en China no se produce un fuerte deterioro económico (un llamado ‘hard landing’ de la economía) los fundamentales continúan siendo favorables. La mayor amenaza para el buen comportamiento del metal seria una crisis inmobiliaria en china (estalla la burbuja inmobiliaria con fuerte impacto en la economía china y en el resto del mundo) o la decisión de Bancos Nacionales de deshacerse de sus reservas de oro para obtener la liquidez tan necesitada en estos momentos. Este último es uno de los argumentos por los que algunos inversores institucionales han empezado a buscar alternativas al considerar que la crisis europea podría provocar que ciertos países pudieran aplicar esta medida. Pensamos que es poco probable que esto ocurra porque al fin y al cabo, las reservas de oro representan una garantía muy apreciada por parte de los que pueden prestar ayuda financiera. ¿Realmente los países se jugarían la última baza en vez de guardarse el valioso ‘as’ en la manga?
Existen varias formas de participar en la evolución del metal precioso. Para el inversor minorista la mejor opción es a través de ETF’s que invierten en oro físico o mediante fondos de inversión que invierten en empresas mineras. Inversores mas sofisticados también utilizan Warrants o CFD’s que son dos alternativas validas siempre que se entiende a la perfección los productos complejos y se tiene claro lo del riesgo de contrapartida. El inversor minorista debe saber que hay que distinguir entre ETF’s que compran oro para depositarlo físicamente y los que crean la posición de manera sintética mediante productos derivados. En este sentido insistimos en que es preferible elegir el vehículo de oro físico ya que en el otro, en un caso extremo, el inversor podría verse expuesto al riesgo de contrapartida si la entidad involucrada no podría hacer frente a los compromisos vinculados al constructo derivado de la posición. En cuanto a los fondos de inversión que invierten en empresas mineras que extraen oro, el precio del metal influye indirectamente pero no es el único factor y además suele tener un impacto retrasado en las valoraciones de las acciones de dichas empresas.
Para el que está convencido del potencial del oro recomendaríamos aprovechar futuras recaídas a niveles por debajo de 1.650 dólares. La máxima exposición recomendable en una cartera es del 3-4% sobre el total global del patrimonio y el argumento principal para hacerlo es una mayor diversificación de los activos en cartera.
Christian Dürr
Director General
ETICA PATRIMONIOS EAFI