En un entorno de crecientes aranceles, inestabilidad de los mercados y una diversificación tradicional cada vez menos eficaz, los inversores institucionales están recurriendo a una de las herramientas más poderosas —y discretas— de la estrategia moderna de inversión.
Por Gonzalo Prieto – Business Development and Investor Relations Director at Abacus Global Management
A comienzos de 2025, el sistema financiero global vuelve a caminar por la cuerda floja. Justo cuando los inversores empezaban a recuperar el aliento tras dos años lidiando con una inflación persistente y subidas agresivas de los tipos de interés, los mercados encajan un nuevo golpe: una oleada de aranceles comerciales por parte de Estados Unidos. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reavivado las tensiones comerciales globales, con nuevos impuestos a la importación —algunos superiores al 100 %— dirigidos a China y a decenas de países más.
¿El resultado? Aumento de costes, presión sobre los márgenes empresariales, nuevas amenazas inflacionarias y unos mercados de capital cada vez más nerviosos. Las bolsas muestran una alta volatilidad, los bonos se enfrentan a señales mixtas y los modelos tradicionales de cartera vuelven a demostrar su fragilidad.
Y, sin embargo, en medio de esta incertidumbre, un número creciente de los inversores más sofisticados del mundo están virando silenciosamente hacia una clase de activo que ofrece algo extraordinario: previsibilidad, estabilidad y una diversificación real.
Esa clase de activo son los life settlements.
Estabilidad en un mundo inestable
En esencia, un life settlement es una propuesta sencilla: el inversor adquiere una póliza de seguro de vida vigente a su titular —habitualmente una persona mayor— con un descuento respecto a su valor nominal. A cambio, asume el pago de las primas y, cuando la póliza vence, recibe la prestación establecida.
Este tipo de inversión da lugar a una clase de activo con una correlación muy baja respecto a los mercados tradicionales, ya sean acciones, bonos, tipos de interés o tensiones geopolíticas. En un año en el que los mercados se tambalean ante políticas comerciales, datos de inflación y discursos de los bancos centrales, los life settlements siguen su propio compás. No se rigen por la volatilidad, sino por la ciencia actuarial.
Con rentabilidades netas objetivo del 12 % al 15 %, los life settlements presentan un perfil rentabilidad-riesgo especialmente atractivo, sobre todo en una época en la que los activos «seguros» ya no lo son tanto.
Para quienes buscan protección frente a impactos sistémicos, la lógica es evidente: esta es una de las pocas clases de activo que sigue cumpliendo cuando otras fallan.
Tranquilidad en tiempos de incertidumbre
Pero aquí no todo es matemática.
Los life settlements aportan algo que pocos activos ofrecen: seguridad emocional. Cuando los mercados reaccionan de forma brusca a titulares, decisiones políticas o cisnes negros, esta inversión permanece impasible. Actúa como un ancla, tanto financiera como psicológica. Los flujos de caja son estables, los resultados altamente previsibles, y el respaldo viene de algunas de las entidades más solventes del mundo: aseguradoras de vida con calificaciones crediticias de primer nivel.
Y luego está el lado humano. Detrás de cada operación hay una persona real —normalmente un jubilado— que accede a una liquidez que de otro modo no tendría. El inversor obtiene una rentabilidad atractiva mientras contribuye a mejorar la calidad de vida de alguien más, ya sea para cubrir gastos médicos, completar su pensión o apoyar a su familia.
En un mundo cada vez más enfocado en el propósito y el impacto social, esa conexión cobra especial relevancia.
Por qué las instituciones se mueven —y con quién lo hacen
Esto no es una teoría. Las grandes instituciones financieras —desde fondos de pensiones hasta bancos globales— llevan más de una década aumentando su exposición a los life settlements. La industria ha madurado, los marcos regulatorios son más sólidos y la transparencia de datos ha mejorado de forma notable.
Y con Carlisle Management Company ahora integrada en Abacus Global Management, el sector ha alcanzado un nuevo nivel de profesionalización y escala.
Carlisle, firma con sede en Luxemburgo regulada por la CSSF y con más de 15 años de experiencia gestionando estrategias de life settlements, se unió a finales de 2024 con Abacus Life Inc. (NASDAQ: ABL), el mayor originador de pólizas del mercado estadounidense. Juntos, gestionan actualmente más de 3.000 millones de dólares en activos, con control total sobre toda la cadena de valor, desde la adquisición de pólizas hasta su gestión activa en cartera. Esta integración única permite mejorar los precios de entrada, acceder a un mayor flujo de operaciones y lograr eficiencias operativas sin precedentes.
Para el inversor, supone una combinación poco habitual: la precisión boutique y la cercanía de Carlisle, respaldada por la infraestructura, la tecnología y el alcance de Abacus.
Una asignación estratégica cuya hora ha llegado
Cada ciclo de mercado revela nuevas verdades. 2022 nos enseñó que las acciones y los bonos pueden caer al unísono. 2023 y 2024 demostraron lo rápidamente que puede cambiar el panorama global. Y 2025, con el regreso del proteccionismo y el aumento de los riesgos geopolíticos, está obligando a los inversores institucionales a replantearse qué significa realmente la resiliencia.
Los life settlements ya no son una curiosidad de nicho. Son una necesidad estratégica. Para quienes buscan diversificación real, rentabilidad atractiva y tranquilidad, pocas asignaciones resultan tan oportunas como esta.
En este contexto, la lógica conduce aquí. La emoción encuentra refugio aquí. Y la credibilidad se consolida aquí.
El dinero inteligente no está simplemente reaccionando al presente: está posicionándose para liderar el futuro.
