Una parte importante de las temáticas abordadas en el ASEAFI Green Evolution 2023 están relacionadas directamente con la taxonomía, que, más que estar diseñada para que cuente con una enorme cobertura hoy, está configurada para que crezca a futuro. De hecho, pese a que hay más de 200 actividades listadas para objetivos climáticos, las actividades englobadas en el Taxo-4 no llegan a las 70.
Se trata de un número de actividades no climáticas de la taxonomía europea que, para la directora general de Spainsif, Andrea González, no tiene que provocar que cunda el pánico, ya que su finalidad es que el cambio se financie.
Seguimos recorriendo un camino hacia un territorio cada vez más práctico de la mano de la Head of Wealth and Advisory Business de Nordea, Ana Rosa Castro, que ha aprovechado el evento para destacar el potencial de las PIAs (Principales Incidencias Adversas) para determinar la inversión sostenible en sus fondos. Concretamente, desde esta organización ponen en valor esta herramienta para medir y sobre todo comparar datos de muchas empresas de las que no tienen suficiente información: “es una base fundamental para saber cómo una empresa se está adaptando a los ODS. Se trata de armonizar lo que tenemos internamente, y medirlo. Y aquí es muy importante la variación”.
Determinar si se está haciendo un esfuerzo en cada una de estas 18 PÍAs es clave, pero Pilar Vila, Head of Marketing Spain & Portugal de Schroders también ha matizado en el ASEAFI Green Evolution 2023 que no todos los apartados tienen el mismo rigor a nivel práctico, ejemplificando que “las emisiones de carbono son más comparables”, pero hay otros datos que, al no contar con unos baremos, hacen que el pobre inversor final acabe “más perdido de lo que empezó”.
Y llegamos ya al kit de la cuestión. A través de un análisis que valora las carteras ESG presentado por la Director, Advisory – NIM Solutions de Natixis Investment Managers, Carmen Olds, se ha establecido que a nivel rentabilidad riesgo, en términos de rentabilidad acumulativa, este tipo de cartera sería mejor opción que la tradicional: “a 5 y a 10 años los retornos serían superiores en una cartera que incorpora ESG”.
Algo parecido ocurre en volatilidad, según ha confirmado la experta, ya que, pese a que ahora esta cartera ESG se sitúa algo por encima respecto a la tradicional, en rentabilidad ajustada al riesgo a 5 o a 10 años mejoraría el perfil de esta cartera moderada media incluyendo ESG.
Son datos que refuerzan el propio argumento de Olds, cuando se refiere a que el ESG también contribuye a gestionar el riesgo y a mitigar pérdidas, ya que muchos de los riesgos que ayudan a destapar estas carteras tienen impacto financiero. Y en materia de rentabilidad, la tesis extraída es muy clara: “no hay que sacrificar rentabilidad ajustada al riesgo a la hora de incluir ESG”.